29 de diciembre de 2006

Me sugiere.......(canción)



.....barreras, muros, falta de libertad. Lo cual es una excusa perfecta para invitaros a escuchar una canción de una negra fantástica que ya no está con nosotros.

http://www.youtube.com/watch?v=qCwME6Jpn3s

Y para que no tengáis trabajitos, os dejo la letra, que es tan importante como la música.


Mi piel es negra
Mis brazos son largos
Mi pelo es como lana
Mi espalda es robusta
Lo suficiente para encajar el dolor
que soporta una y otra vez


¿Cómo me llaman?
Me llamo Tía Sara
Me llamo Tia Sara
Mi piel es aceituna
Mi pelo es largo
Entre dos mundos
Vivo
Mi padre era rico y blanco
Forzó a mi madre una madrugada
¿Cómo me llaman?
Me llamo Saffronia
Me llamo Saffronia
Mi piel es morena
Mi pelo está bien, es bonito
Mis caderas te invitan
Y mis labios son como el vino
¿Soy la chiquita de quien?
La tuya si me puedes comprar
¿Cómo me llaman?
Me llamo Algo Dulce
Me llamo Algo Dulce
Mi piel es oscura
Y mis modos son bruscos
Mataré a la primera madre que vea
Porque mi vida ha sido demasiado dura
Vivo terriblemente amargada estos días
porque mis padres fueron esclavos
¿Cómo me llaman?
Me llamo MONADA.

28 de diciembre de 2006

Fuente


Acostumbro a visitar este pequeño espacio. Vengo a por agua. Ya sé que la tengo en casa, pero es que las bacterias de esta me han caído simpáticas. Se las ve más antiguas. Fijaos bien en esos musgos. Y en esos óxidos.
Nunca me he encontrado a nadie que hubiera visto anteriormente.. Bueno, no. No es verdad. A veces me encuentro aquí a un viejo que acude a la fuente con la garrafa llena. Y le he visto más de una vez. Quienquiera que sea que esté por aquí se lo hace notar con una nota de humor. No le hace mucha gracia. Pero tampoco protesta. Engancha los bártulos y se larga por donde ha venido. No se despide.
Aquí cruzamos conversaciones que siempre tienen que ver con el agua. “Onde vai que eu non via a fonte desta maneira”. Pero nadie se para a hacer teorías sobre al cambio climático.
Alguien ha pintado un símbolo nazi en una de las paredes. Nazi, con cé. Y luego ha venido otro que se cree mucho más listo. Y ha escrito “Mata nazis a patadas con las botas bien atadas”.
Es mejor contemplar a esas gotas congeladas en el tiempo....Mientras el eco repite,...tiempo, tiempo, tiempo, tiempo.....
Vaya !... el viejo ha vuelto... con la garrafa llena.





27 de diciembre de 2006

Bombilla y Farola



Bombilla no es como las demás. Comprende la razón de este peligroso traqueteo porque ya lo ha experimentado antes. Justo un año antes. Ese es el tiempo que lleva apartada en un rincón húmedo y anónimo junto a sus indiferentes compañeras.

Ha soportado estoicamente el zarandeo descuidado al que se ha visto sometida por estos seres articulados que parecen estar en todas partes. Y ahora está contenta. Está fuera.

Hace su trabajo. Una labor que sería anodina y poco razonable, de no ser por el efecto que causa entre los articulados y sus diminutas reproducciones. Bombilla da luz. Y calor. La una es obvia para quien pueda ver. El otro nace más de su corazoncito y es fácil que muchos ni lo noten. Pero aporta calidez a este espacio festivo. Y ese colorido infantil que cambia la apariencia de las cosas.

La han colocado en un lugar que no recuerda de otras veces. Algo más alejado del bullicio. Justo delante de una de esas farolas modernas que dan luz y uno no sabe cómo. Aunque esta no da luz. Han preferido abandonarla. Parece una de tantas, pero Bombilla se ha dado cuenta de que tampoco es como las demás. ¿Quién habrá decidido que estén juntas?

Nadie. Ha ocurrido. Bombilla teme a la noche. No tardará tanto en ver a los articulados desfilar en todas direcciones. A poco de eso alguien apagará su corazoncito. Y el frio se hará insoportable. Y la soledad. Así que ha intentado hablar con su farola. No hablan el mismo idioma, pero ella sabe que sus miedos dicen tantas cosas....

¿"Me darás tu luz y tu calor"? Bombilla ha visto que Farola no alumbra. Pero ha hecho la pregunta. Farola vive en un mundo donde sólo los siglos demuestran que algo pasa. Tiene un corazón duro porque esa es la naturaleza que le ha dado el metal. Y ha visto tanto sin poder hacer nada... No es desinterés. Es la conciencia pura de su inutilidad. Así que recibe la pregunta como el paso del tiempo. Apenas un segundo.

Pasarán algunos miles de segundos más, y llegará el momento. Nadie podrá impedirlo. Bombilla perderá su luz y su calor. El frio la envolverá como un sudario y la resignada actitud de sus hermanas anunciará lo que todos sabían. Nada cambia en este escenario, recreado una y otra vez cada doce meses.

Aún así, Bombilla está contenta, porque luz y calor han sido suyos. Y le han dado el placer de sentirse y vivir con los otros, aún en mundos diferentes. Incluso con esta Farola incompasiva. Nadie podrá arrebatarle eso.

¿Diréis que ya de nada sirve? Quienes así penséis, mirad la foto. Y veréis qué ha ocurrido.

( La foto es cortesía de Cristi: http://chifotos.blogspot.com/ )

Un nombre

La luz se le cae por la cara como un ánima
como si resbalara de puro no saber dónde agarrarse
Lleva la boca abierta, tratando de encontrar un aire cicatero

La atención, si le queda, ya va como desnuda
Y las manos optan, es un decir, por esconderse
como escapando, en esa oscuridad, del naufragio seguro

Todos van a decir que no es culpa de nadie
No es la primera vez que esas palabras te muerden los riñones
Te sacuden los cielos. Te penetran la carne

Le ves y te preguntas si no era igual que todos
Y te respondes, Si, como si de verdad supieras la respuesta
Y después, más preguntas, ¿cómo ha llegado a esto?

¿Cómo he llegado a esto?

Ahora los recuerdos han devenido escarchas
desechos, fotocopias, bien poco más que un eco
Pero piden tributo. Te señalan y, torvos, te tuercen la mirada

No has hablado con él
Eso lo sabes
sin tener para nada que esforzar el recuerdo

Y ahora que esos silencios velan su cuerpo exiguo...
Te preguntas por qué....Serás hijodeputa .... !!

Nadie puede querer a alguien....nunca.

Texturas






OleoVegetoMineral





Luto


Parecen un conjuro, entre el metal y el tiempo. Una llamada inútil a la memoria. Casi quise tocarlas .... y no pude.

25 de diciembre de 2006

La Radio


La radio está tan alta que consigue apagar las ideas. Puede que sea esa su función primordial porque lo que comunica nunca es agradable. La vieja se mueve de un lado a otro en un espacio exiguo procurándose tal o cual condimento. Abre las puertas de la alacena con urgencia y deja que se cierren con tanto estrépito como deseen. El viejo tuerce el gesto con fastidio y mira hacia la calle para apagar lo que iba a decir.


El ligero brote de violencia verbal flota en el ambiente unos segundos. Hermana baja la mirada hacia los pies como buscando una suciedad que nunca desaparece y yo espero a que nazca el comentario que dará comienzo a la angustia. Siempre se trata de unas pocas palabras que en realidad indican que no se aceptan más esperas. La vida es la comida.


La cocina dispone de una puerta acristalada que deja ver el ir y venir de las gentes en la calle. Algún insignificante acontecimiento atrae la atención de todos por un instante. Esta vez no ocurrirá. Un recipiente de color desagradable aterriza en el centro de la mesa y la perspectiva de calmar el hambre desplaza la amenaza. Una mano adulta aferra el cucharón apenas ha tenido tiempo de llegar y lo desplaza con urgencia hasta el plato en dos o tres viajes perentorios.


Ha pasado el peligro. Hermana tampoco gusta de esperar y se sirve con urgencia. No sé muy bien por qué permanezco inmóvil. Quizás confío en que la señal se interprete como un signo de apoyo, por más que he aprendido que pocas cosas de las que hago merecen la atención de nadie.


El resto de la comida llega a la mesa y la cocinera ocupa su lugar, siempre enfrente de él. Otra mano adulta, ahora femenina, llena mi plato con algo que no disfrutaré jamás y repite luego la operación con el propio. Todo parece reducirse ahora a movimientos mecánicos y ruidos desacompasados. Unos minutos en los que nunca ocurre nada más allá de algún comentario por algo que ha quedado por hacer y conviene no aplazar más.


La radio se encarga de sofocar un silencio que diría mucho más de lo que a nadie aquí le gustaría escuchar. Un tipo de voz oficial y tono metálico anuncia que alguien ha sido justamente castigado por no querer lo suficiente a la patria o a la madre de la patria. No distinguía yo muy bien esos conceptos entonces. Terminada la comida, el viejo se levanta, emite un sumario "marcho", recoge la chaqueta de la percha y a poco escuchamos la puerta que se cierra con el tono cansino habitual. Enseguida le vemos cruzar la calle y entrar en el café donde recobrará esa agradable personalidad que todo el mundo reconoce.


Hermana se levanta y va recogiendo los platos vacíos mientras disfruto del privilegio de no hacer nada sin preguntarme siquiera quién me lo habrá concedido. Un par de idas y vueltas y en la cocina quedamos solos la vieja y yo. Los dos miramos hacia fuera como si en la casa no hubiera nadie. Ella suele servirse un par de vasos de vino que consume con calma mientras decide ponerse de nuevo en acción.


Suele apoyar la cara en la mano abierta dejando el codo descansar en la esquina de la mesa mientras mira hacia afuera, tan lejos como puede. Alguna vez la he oído comentar a las pocas conocidas con las que se para que ese es un momento del que no podría prescindir. Todo lo que le preocupa es que no pase nada. Que los días transcurran sin sobresaltos. Y nunca se parará a pensar si la tarea que ha "aceptado" es mucha o poca.


Han pasado los años y ahora creo que esa mujer no quería pensar en lo que sentía. No quería saberse. Y al final hemos pagado por ese autodesprecio mucho más de lo que teníamos.