8 de septiembre de 2013

De vuelta a la cuadra.


Por si había pocas dudas, hemos (han, digo...) dejado en el exterior una imagen bien real de lo que hay. ¿Como (coño) va a saber hacer unas Olimpiadas una tipa que no sabe peinarse? Por no hablar de la exhibición de inglés... Aún se deben estar descojonando del "not listen the ask", y eso no lo dijo la Botellona, fue el otro, el jefe. Se ve que la doctrina Wert impone su ley: mejor parecer esclavos, así siempre habrá alguno que te quiera esclavizar. Como decía el chiste aquel, se creen muy listos porque se comen los mocos.

La mejor ocurrencia, la del Mariano, como siempre. Clarividente el notario: somos unos artistas de las finanzas, señores. Lo soltó con esa cara de convencimiento que ponen los locos. Aún deben estar por el suelo... "a rolos", que decimos por aquí. Por aquí decimos que no hay puerco que se queje de que la cuadra huele mal. Pero el que llega de fuera, se da cuenta porque es obvio. Huele mal. A mierda.


Aquí es fácil decir que los jóvenes se van a currar a Inglaterra porque son gente muy cosmopolita. Hasta se puede decir que el paro mejora porque tenemos treinta y un parados menos de un total de casi.. ¡cinco millones! 


Pero claro, cuando un periodista te espeta en Buenos Aires qué coño haces pretendiendo preparar unos Juegos Olímpicos después de haber solicitado a Europa una millonada para salvar el culo de los bancos con cargo a las cuentas públicas, lo mejor que puedes hacer es quitarte los cascos para no entender una mierda de lo que te han dicho, por mucho inglés que presumas de saber. No cuela. Ni hay quien se crea ese cosmopolitismo de pandereta, porque cuadra mal con el peinado y la impostura. Es como meter a Paris Hilton en el cuento de Caperucita. La cagas sí o sí. Y punto.


No dudo que una vez de vuelta en la cuadra, toda esta peña, con Príncipe y consorte incluídos, se vuelva a sentir a gusto, felices, impolutos y hasta convencidos, como Mariano, de su buen-hacer. Pero fuera de la cuadra, la sensación es otra. Penosa, ¿hay que decirlo?
¡Que les den mucho! Mucho pienso, digo.