26 de abril de 2010

Un "éxito".


Se dice que una imagen vale más que mil palabras y es bien cierto. Y alguna de las personas que han decidido expresarse con el dibujo o la pintura tienen una capacidad especial a la hora de hacer entender cosas en principio pueden parecer complejas pero que a la postre son bien simples. El concederle el simple beneficio de la duda a ciertos grupos políticos es, a estas alturas, suicida. Y quien no acierte a verlo lo lamentará y mucho andando el tiempo. No se trata de poder elegir. Se trata de que algunas opciones son la herencia directa del pasado y es allí justamente a donde nos quieren llevar.

La viñeta, de Xosé Luís González, más conocido como "O Carrabouxo", ilustra a las mil maravillas la situación del idioma gallego en nuestra comunidad. Lo que se pretende vender como una cordial convivencia no persigue más que la eliminación del gallego de las aulas. Y por lo tanto, de la vida. De nuestra vida.

20 de abril de 2010

El síndrome de MIUPM


Sálvenme de tomar a broma determinados tipos de enfermedades que nos visitan últimamente y que ocasionan grandes sufrimientos por el simple hecho de no estar en la lista de las que conocemos. Conozco a alguna gente que lo pasa realmente mal en un simple supermercado por haber tenido la mala fortuna de desarrollar una sensibilidad extrema ante algo tan aparentemente inocuo como es un perfume.

No vengo a hablar de eso, sino más bien de las curiosas nomenclaturas que vienen aplicándose a esos padecimientos, que recuerdan mucho a la inveterada costumbre que tienen allá en Cuba, donde un barrendero no es tal, sino un Técnico de Mantenimiento Urbano, (pongamos por caso, que me lo estoy inventando) de darle lustro a las cosas más nimias.

Al hilo del asunto, recuerdo que hablaba yo con esta amiga mía de lo curiosos que resultan los mecanismos mentales que utilizamos en muchas ocasiones cuando no queremos enterarnos de lo que no nos apetece. Leo por aquí y por allá que alguna gente padece del llamado Síndrome de Atención Deficiente, que dicen que resulta causado por la edad y se manifiesta en cosas como no saber dónde ha dejado uno las llaves, o en recorrer una y otra vez el pasillo porque cuando estabas a punto de encontrarlas te asalta la duda de si habrás apagado el gas o no. Si lo sabré yo…

Y no vengo a negar que estas cosas ocurran. Sólo que a veces perdemos de vista que el cerebro es un amigo impagable y en muchas ocasiones decide protegernos sin que nadie tome aparentemente esa decisión. De manera que, más allá de lo justificado o no de esas almibaradas nomenclaturas, en realidad lo que ocurre muchas veces es que hay cosas que apartamos de nuestro camino porque molestan, porque dan la vara, nos ponen de los nervios, nos tocan los santísimos y sanseacabó.

Por ponerlo en términos parecidos a los que utilizarían los técnicos, tod@s padecemos del síndrome de Me Importa Una Puta Mierda, que se parece bastante al de Atención Deficiente, pero no. No es lo mismo.

13 de abril de 2010

Un tupido velo



Sabido es que la costumbre genera un manto de "normalidad" que puede ser francamente enfermizo y que el abuso ocasiona en sus víctimas un sentimiento de culpa difícil de entender si uno no está en la piel de quien lo sufre. La ocultación también disfraza de verdad indiscutible algunas cosas que, a fuerza de ser negadas día tras día, pasan por ser verdades cuando en realidad son mentiras y aún burdas.


Se ha puesto de moda el perdón en estos últimos días o meses. El perdón vende bien, es parte inseparable de la doctrina católica practicada aún por un estado que presume de laico, y parece rodear de un aura ciertamente piadosa a quien lo solicita. Suena bien eso de "pido perdón". Parece situar a las personas en el nivel de humildad que les debería ser propio cada día. Pero no conozco a ningún reo que haya burlado a la justicia sólo por demandar clemencia.


Uno se imagina al solicitante ante su víctima diciendo algo así como "Tienes que perdonarme, Toñito, porque tuve un mal momento". Y no estoy muy seguro de que Toñito se atreva siquiera a levantar la vista del suelo ante quien era a la vez autoridad y violador, porque ese es el término exacto. Seguramente Toñito reparará en el hecho de que aquellos malos momentos se repetían en el tiempo con dolorosa asiduidad, al amparo de las cuatro paredes eclesiásticas y ante la autoridad inigualable de la sotana. Toda la familia le repetiría aquello de respetar a aquel representante de Cristo y hasta se dirá que no había razón para pensar que un representante de la divinidad tuviera la ocurrencia de meterle la mano en los pantalones.


No se cuenta mucho de qué pasaba exactamente, porque quizás explicitar las verdades ocurridas entre las eclesiásticas paredes suena a sacrilegio (he ahí el real alcance del poder de la iglesia) y sólo el auto del juez, llegado el caso de que la autoridad terrenal cumpla su cometido, pone los puntos sobre las íes, porque a los periódicos les entra después una llamativa desgana a la hora de divulgar los escabrosos detalles. La causa de esta falta de diligencia son las consabidas presiones, que, de tanto como se han practicado, casi parecen ya tan normales como el cielo azul en los días de verano.


A la hora de defenderse dicen ser perseguidos como los judíos, argumentan una autoproclamada infalibilidad y en última instancia se erigen en intocables ante la justicia terrenal, porque ya se sabe que, como el monarca, tienen trato directo con Dios. Y uno se pregunta qué pensará Dios de esa mano tendida hacia el dinero o la carne adolescente de quien no ha podido defenderse del abuso. Porque el hecho es que han abusado de quienes más indefensos están ante su supuesta autoridad moral. Y lo han hecho amparándose en su condición de religiosos.


Pues bien: ya que consiguen que todo quede oculto entre piadosos ropajes, (apenas ayer se presentó en este país la primera denuncia) concedámonos al menos el llamarles por su nombre. Violadores. Así se dice. Y en calidad de tales deberían ser tratados. No sé con qué ánimo podrán llevar esto los que dicen administrar la justicia, pero a cualquier mortal se le caería la cara de vergüenza. Precisamente.

6 de abril de 2010

Inexplicable


Parado en medio de un mundo pequeñito
mi pregunto si servirá de algo
esta inmovilidad o su contrario


Si los pasos me llevan a algún sitio
o los latidos son el único camino


Si crecen en el alma raíces de otros mundos
o todos los recuerdos se quedan en la piel


Si al amar nos amamos
o sólo practicamos preguntas sin respuesta


Como una flor que crece en medio del asfalto
liviana, hermosa, sí
pero también inexplicable.