12 de febrero de 2012

Cosas que no deben olvidarse



No sé donde ha nacido 
qué principio me halló entre sus pupilas 
quién dijo que soy yo 
por algún sortilegio, el elegido 

Ella liba de mí mientras yo muero 
en cada dulce y lenta acometida 
llamaradas oscuras velan su tibia boca 
no acabo de morir porque no quiero 

Ella me mira y sangro 
una promesa en un amanecer 
asciende hasta mis labios 
y soy río 

De su mar de silencios 
de sus ojos de bruma 
de sus manos de seda 
de su aliento inflamado 

Ella toma en su mano 
mis delirios de incendio 
sin esperar señales 
y me acoge en su vientre 

Y muero un poco más 
abrigado en un sueño 
bajo dos dulces lunas 
asisto a sus jornadas 

De marcharse y volver 
de volver a marcharse 
espléndida, incansable 
sabia desde el deseo 

Hasta que llora un grito 
y cesa en sus viajes 
y hay temblor en el aire 
y humedad en su espalda 

Y un cansancio bendito 
la devuelve a mis brazos 
y muere la distancia 
y ya no somos dos

Imagen de Wand Niangdong.