27 de marzo de 2008

Cualquier mañana



Apenas una terracita de un metro cuadrado donde se acumulan una vieja Singer que en si misma tiene una larga historia, una banqueta donde han ido a parar un par de zapatillas, una mesa camilla que acumula un mundo bajo las faldas, y más plantas de las razonables. El refugio de ella.

Más adentro está él, o lo que queda de él, postrado en el propio olvido y en la suprema necesidad de no poder valerse por sí mismo.

El sol nace perezoso y húmedo tras estos montes que lo reciben como damas dormidas y autosuficientes en su propia y apacible inmovilidad. Ella ha bajado al médico. Esperará turno hasta que el de la bata blanca le diga por centésima vez en los últimos ocho años que sus plaquetas siguen bien de salud. Creo que necesita sentirse necesario.

Él acaba de recibir la visita de una enfermera. Bajita, de aspecto agradable, melena negra de olas largas y gafas modernillas. Muy amable. Es eso lo que la hace hermosa, más que la espléndida cabellera. Ha traído consigo un alimento que deja con habilidad en la boca de él mientras le invita a hablar. "Cuéntanos algo". Él no nos cuenta nada. Ni ganas. Termina de darle el desayuno, le recomienda no meterse la mano en según qué sitios -los viejos y los bebés no entienden de conveniencias-, le abriga y se despide mientras él pregunta por su identidad.

"¿Te apago la luz"? No sé por qué me pregunta a mi, pero digo que sí y doy las gracias. Aquí la descortesía se paga cara.

Afuera los que mandan se enfundan sus trajes y su importancia infame, las nubes descargan toneladas de agua donde no deben, las garzas contemplan indiferentes el lento discurrir del rio y el sol sigue en su ascenso rutinario pretendiendo iluminar un mundo que no acaba de entender qué es realmente la luz ni para qué sirve.

Él pregunta por ella. Apenas nota su falta y ya esa carencia se transforma en una obsesión. La estará reclamando una y otra vez en los próximos minutos y yo seré incapaz de reprimir un gesto de fastidio porque ponerme en su lugar me coloca en la penosa situación de anticipar el futuro que quiero negar.

Una serie de personajes comienzan a desfilar ahora por el laberinto de su memoria, confusos pero presentes. Reclama su compañía con un "coño" impaciente y yo respondo que no están, sin saber muy bien lo que me digo. Su reacción consiste en un "cago en Tarzán" tan remoto que no sé muy bien como lo puede aún conservar en su memoria, cuando parece haberlo olvidado todo.

No creo que vivamos de la objetividad de los acontecimientos, así que me pregunto de qué sirven, si en el fondo todo lo que guía nuestros pasos son los propios mundos que habitamos en una especia de somnolencia individual y aislada de todo. Es ese estrecho sendero propio lo único que entendemos.

En este oscuro momento, creo que nuestras ansias de ayudar, toda esa tendencia a la solidaridad de que tanto presumimos, es en realidad un puro engaño que esconde el miedo atroz a la verdad animal que anida en el último rincón de nuestra naturaleza. El prolongar la vida es la señal más evidente de nuestra falta de piedad. Y de nuestra hipocresía. Si dios existiera no podría ser el ser bondadoso que nos pintan. Se vería obligado a ser un déspota.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Non creo que prolonguemos nós a vida, ela esténdese por si soa aló onde lle peta deixando polo camiño o que non lle peta.
A nosa vida, ese noso recunchiño de recordos engañados e dengañados, é o que somos. Non hai hiporesía nin falta de piedade. Somos mentres vemos, mentres falamos, mentres pensamos; aínda que dende fóra non comprendan o que vemos, o que falamos o que pensamos. Quizais Tarzán é a parte máis real do recordo, pode que porque nunca loitou por demostrar a súa realidade.
Reivindico o meu dereito a existir na miña loucura, no meu silencio. Reivindico o meu dereito a ser quen me pete, como me pete e canto me pete mentres a vida me acompañe.
Un bico forte que che axude a alongar os muros da comprensión máis aló do permitido.

Xocas dijo...

Falaba da vida dende "fora". Da vida que non é a nosa. Da vida que é dous outros pero afecta, porque fai sofrer.

E deixei no papel o pensamento dese momento "escuro", coma un desafogo. Non é unha teoría senón máis ben unha protesta contra do que non podemos evitar.

Máis aló deso, tes razón. Temos dereito a soñar a vida coma nos pete. Cecáis é a unica maneira de vivir.

Un biquiño

(coma nos pete= como nos parezca)
(é = es)
(nosa = nuestra)
(sofrer = sufrir)

Anónimo dijo...

Es ben cert que cadascú viu la vida com li rota, i tot sigui dit, quan ja es va exhaurint, sovint n'hi ha que a més la volen continuar dominant per damunt de tot. Ja sigui en la seva manera de ser, com de viure com de continuar sent com han estat sempre.

Ens fa patir veure que els èssers que estimem sovint sense saber el motiu ens deixen aquest sabor de fetge dins la boca.

Petonets!

Anónimo dijo...

Cambio de look y me gusta. El blog luce en tonos claros, aunque es cierto que a mi me gustan más.

Biquiño!

Anónimo dijo...

a mí también me gusta más ahora

xenevra dijo...

para cando unha nova historia???