28 de julio de 2011

Lejanía


No hay lejanía en la distancia, sino una cierta imposibilidad de tocar los puntos sensibles de la flor de cuyo cuidado dependen nuestras propias esperanzas. Esos que abren los pétalos con la lentitud de una aurora invernal, violeta y azul y blanca y tierna.

Lejanía es la barrera que alzan nuestras voces. Las cosas que hacemos y, sobre todo, las que no hacemos. Las caricias negadas porque la vista sigue el paso del que nos cuenta lo que ocurre en el mundo con gesto absurdamente divertido. Como si supiera algo...

Lejanía es bajar el cristal del automóvil en lugar de regar un geranio que se muere gritando su agonía con las hojas arrastrándose fuera del tiesto, como un mendigo que solicitara audiencia al jefe supremo del banco mundial. Y qué querrá decir mundial y supremo... Quién lo sabe.

Asombra tener que retirar la piel de esa placa metálica que recibió los rayos de un sol que habita a ...


ciento cincuenta
millones
(de)
kilómetros




Lejanía es el eco de aquello que no tendremos nunca. El alma olvidada de aquellos a quienes no veremos jamás.


Distancia es otra cosa.

8 de julio de 2011

Estupefacto



Ando algo estupefacto. A mí también me gusta Querétaro. La palabra, quiero decir, la ciudad no la conozco. Es sonora, como se suele decir. Esdrújula, rotunda y con mucha vibración. Serán las erres, digo yo… Pero resulta que tiene un significado especial. Parece que significa roquedal, según algunas versiones, nido de reptiles, según otras, fuentes,  dicen algunos… Mientras leía todo esto, andaba yo pensando de dónde nacerían todos estos simbolismos, por qué tanta interpretación.

Resultó que el topónimo, que de eso se trata, fue aplicado por las tribus Purépechas a estos lugares allá por la meso-América. Su origen anda en los términos "k'erhiretarhu" o "k'erendarhu", según los lingüistas de por allá. O sea, que de española tiene lo que yo de sacristán. Ni pizca. Pero eso no es problema para que el Instituto Cervantes la declare como la palabra más bonita “del español”, después de celebrado el concurso ad hoc. La propuesta fue de García Bernal, un actor mejicano que, por lo demás, me cae muy bien, aunque eso no viene al caso.

Busqué por el gúguel, pensando que tendría que haber alguien más que yo. Algún otro sorprendido en el mundo mundial, ante estas peripecias lingüísticas que parecen escapar de cualquier lógica mínimamente razonada. Recorrí unas quince pantallas del ordenador, con búsquedas distintas, recogiendo impresiones de un total aproximado de cien páginas-web diferentes. Encontré otra opinión estupefacta. Una. Pertenecía a un tal Hugo Burel, que dejó su opinión en El País, calificando la cosa de “mamarrachada”, más cabreado por el hecho de que fuera un simple topónimo que por la curiosa circunstancia de que no pertenezca a la lengua de Cervantes. Ni así pude evitar contemplar con horror, una vez más, como las lenguas de los Purépechas eran calificadas de “dialectos”. Vuelta la burra al trigo…


El resto se reducía a lo que yo llamaría, siguiendo la cruda expresividad de cierto amigo mío, interfelación cultural a ritmo de castañuela, aunque él seguramente lo diría más rudamente. Todos y todas, felices de la riqueza inabarcable e infinitamente prolífica “del español”.  Lo más que encontré fue alguna velada reserva (una, si he de ser concreto) fácilmente detectable al declararse la preferencia como “hispana” o “preferida por los hispano-hablantes”. Ya quisieran las costureras de Camariñas hilar tan fino. Abundaban más, las declaraciones del tipo "Es además, reflejo de la comunión entre los idiomas nativos del lugar y la colonia española". Tomakasmanzana.

Quizás es este el estilo de trabajo que se impone en estas proximidades nuestras, desde que los insignes historiadores de la Gran España, UnaGrandeyLibre, traducen el término árabe “Jhalikya” por “Reino de León” o inventan un Alfonso no-sé-cuantos para que las líneas genealógicas de la España eterna no sufran menoscabo. Porque España nació en el Antiguo Testamento, no confundamos. Y Querétaro ya andaba en aquellas Tablas de Moisés. Que era madrileño, chavales. De Lavapiés, pero de la parte fina.


PD: Por si corroe mucho la curiosidad: el segundo puesto del concurso fue para “gracias”, propuesta por el cantante (en el buen sentido de la palabra) Rapael, y el tercero para “sueño”, por Rojas Marcos. Juan Luís Guerra propuso “Jesús” y no fue muy allá en el ranking. Mario Vargas Llosa propuso… “libertad”, tenía que cagarla… La última fue Santander. Espero que no se entere quien yo me sé.