8 de julio de 2011

Estupefacto



Ando algo estupefacto. A mí también me gusta Querétaro. La palabra, quiero decir, la ciudad no la conozco. Es sonora, como se suele decir. Esdrújula, rotunda y con mucha vibración. Serán las erres, digo yo… Pero resulta que tiene un significado especial. Parece que significa roquedal, según algunas versiones, nido de reptiles, según otras, fuentes,  dicen algunos… Mientras leía todo esto, andaba yo pensando de dónde nacerían todos estos simbolismos, por qué tanta interpretación.

Resultó que el topónimo, que de eso se trata, fue aplicado por las tribus Purépechas a estos lugares allá por la meso-América. Su origen anda en los términos "k'erhiretarhu" o "k'erendarhu", según los lingüistas de por allá. O sea, que de española tiene lo que yo de sacristán. Ni pizca. Pero eso no es problema para que el Instituto Cervantes la declare como la palabra más bonita “del español”, después de celebrado el concurso ad hoc. La propuesta fue de García Bernal, un actor mejicano que, por lo demás, me cae muy bien, aunque eso no viene al caso.

Busqué por el gúguel, pensando que tendría que haber alguien más que yo. Algún otro sorprendido en el mundo mundial, ante estas peripecias lingüísticas que parecen escapar de cualquier lógica mínimamente razonada. Recorrí unas quince pantallas del ordenador, con búsquedas distintas, recogiendo impresiones de un total aproximado de cien páginas-web diferentes. Encontré otra opinión estupefacta. Una. Pertenecía a un tal Hugo Burel, que dejó su opinión en El País, calificando la cosa de “mamarrachada”, más cabreado por el hecho de que fuera un simple topónimo que por la curiosa circunstancia de que no pertenezca a la lengua de Cervantes. Ni así pude evitar contemplar con horror, una vez más, como las lenguas de los Purépechas eran calificadas de “dialectos”. Vuelta la burra al trigo…


El resto se reducía a lo que yo llamaría, siguiendo la cruda expresividad de cierto amigo mío, interfelación cultural a ritmo de castañuela, aunque él seguramente lo diría más rudamente. Todos y todas, felices de la riqueza inabarcable e infinitamente prolífica “del español”.  Lo más que encontré fue alguna velada reserva (una, si he de ser concreto) fácilmente detectable al declararse la preferencia como “hispana” o “preferida por los hispano-hablantes”. Ya quisieran las costureras de Camariñas hilar tan fino. Abundaban más, las declaraciones del tipo "Es además, reflejo de la comunión entre los idiomas nativos del lugar y la colonia española". Tomakasmanzana.

Quizás es este el estilo de trabajo que se impone en estas proximidades nuestras, desde que los insignes historiadores de la Gran España, UnaGrandeyLibre, traducen el término árabe “Jhalikya” por “Reino de León” o inventan un Alfonso no-sé-cuantos para que las líneas genealógicas de la España eterna no sufran menoscabo. Porque España nació en el Antiguo Testamento, no confundamos. Y Querétaro ya andaba en aquellas Tablas de Moisés. Que era madrileño, chavales. De Lavapiés, pero de la parte fina.


PD: Por si corroe mucho la curiosidad: el segundo puesto del concurso fue para “gracias”, propuesta por el cantante (en el buen sentido de la palabra) Rapael, y el tercero para “sueño”, por Rojas Marcos. Juan Luís Guerra propuso “Jesús” y no fue muy allá en el ranking. Mario Vargas Llosa propuso… “libertad”, tenía que cagarla… La última fue Santander. Espero que no se entere quien yo me sé.

2 comentarios:

Malinata dijo...

Mi estimado y querido amigo (y nota la introducción llena de afecto para no ofenderte jijiji).
Desde mi ignorancia lingüística y mis orígenes de barrio defiendo la propuesta y el triunfo de la palabra Querétaro como la más bella del idioma español por el simple sonido, porque se escribe lindo y porque la ciudad también tiene mucha historia. Pero mi comentario es sin técnicas ni teorías, sin antecedentes históricos y sólo con esta idea de globalización que nos alcanza en todos los rincones de los habla españoles (porque si dijéramos habla-hispanos, qué tal si me tachas de hispanismos mexicas o dialécticos de dialecto jijiji).
En fin, que el precio de la conquista no nada más fue la absorción de las antiguas religiones ni el exterminio de los nativos, ni la destrucción total de la antigua cultura y los códices que ofendían, también fue una adopción de lenguajes para nombrar lo que no existía, lo que no era y lo que ni se imaginaban que había.
Por ello para mi, no es ofensivo el que Querétaro, voz adaptada del antiguo purépecha a un significado aproximado al español de España sea la triunfadora, ya que nos da un acercamiento a lo que actualmente es un español ya no de España, sino del mundo en donde por ejemplo, tu y yo somos ciberamigos, chateamos, posteamos o nos hacemos amigos sociales en las redes, palabras todas que antes mi estimado, no existían y son españolas del mundo, y no españolas de España.
Pero insisto, mera observación de una vulgar mexicana con raíces autóctonas y ojos medio rasgados orientales, sin estudios ni título académico... pero eso si, muy observadora :)

Besos sin querer ofender y mucho menos negar la riqueza de tu idioma tan lindo que se parece tanto al mío :)

Xocas dijo...

Tengo la impresión de que me has entendido mal, pero también la sensación de que no puedo entender por qué tanta gente en la América llamada "hispana" reivindica las consecuencias históricas de la conquista como algo asumible, casi deseable. No soy capaz de entenderlo.

Te contesto por otro medio porque aquí no tengo espacio suficiente.