12 de marzo de 2008

Sueños


Asombra comprobar la naturaleza puramente provisional de eso que conocemos como la realidad. Las cosas que son, al contrario de las que no son. Los vientos que nos mueven soplan un día del este y al siguiente del oeste, cuando no del norte, fríos y ajenos a sus devastadores efectos. Y cuando cesan no queda nada de aquello que había sido nuestro objetivo original. Lo que tan certeramente llamamos ilusiones.

Curamos las heridas sólo a base de tiempo, sin siquiera preguntarnos por qué nos pasó aquello. A veces ni siquiera sabemos si curamos. Sólo echamos a andar de nuevo, al paso de los otros, con las antenas atentas de nuevo a los acontecimientos, casi siempre inútiles e insignificantes. El tren llegó tarde. Subió la gasolina. Dejé mi apartamento.

Transcurridos los dos tercios del día que ocupamos en vivir, (digamos), acudimos al sueño. Morimos el otro tercio para completar la unidad. Tres tercios de otro día, dos para vivir y uno para morir. Temporalmente.

Llama la atención el modo en que vivimos durante ese tercio de muerte temporal sujeto a horarios. Como si algo hubiera sido programado no se sabe dónde, cuándo ni por qué. Ni por quién. Se dice que soñamos, pero no esos sueños valiosos que, dicen, nos son tan necesarios. Soñamos sueños caóticos, enmarañados, inconexos y a veces sueños terriblemente coherentes que suelen acabar en la agonía del pánico. Y otras veces soñamos sueños hermosos que al día siguiente no conseguimos recordar.

Y luego otro día, dicen, morimos del todo. Pero nadie se atreve a asegurarlo. Porque no estamos muy seguros de lo que pasa después. Ni siquiera de lo que ha pasado antes. Los más inteligentes han dicho expresamente que la propia vida es sueño. Pero sólo les prestamos atención mientras leemos, que es igual que decir mientras soñamos.

Somos seres extraños.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Dicen que la vida son cuatro días, nos pasamos casi tres durmiendo y algunos especímenes incluso más...

Nada, que ni eso sabemos hacer, con lo fácil que sería vivir y dejar vivir, verdad??

Anónimo dijo...

Marabilloso texto coa cadencia exacta nas frases.
"Soñamos sueños caóticos, enmarañados, inconexos y a veces sueños terriblemente coherentes que suelen acabar en la agonía del pánico. Y otras veces soñamos sueños hermosos que al día siguiente no conseguimos recordar."
E nesa terrible coherencia incoherente que nos fere perdemos horas e horas do día seguinte, decidindo como enfrontar esa verdade que manca, sen largarnos con paso firme a vivir a vida que nos regalan.

Anónimo dijo...

Ah!!! esquecín dicir que me encanta a foto. É unha pasada as tonalidades que posúe e o contraste co fondo

Anónimo dijo...

Elimina ese comentario en inglés son unos virus que se cuelan cuando los abres. Ya van viajando por los blogs, por eso es bueno dejar lo de confirmar la palabra y evitarlos.

a10!!!

ababoll dijo...

Que cadallito te lo tenías niño....
Besos,
m.