30 de agosto de 2008

Ciclos vitales


"A vida dá moitas voltas", decimos por aquí. Es una verdad indiscutible y muy poco arriesgada por otro lado. Es tan obvio que sólo quien tiene poquitos años puede atreverse a dudarlo, casi siempre para admitirlo abiertamente en cuanto ha caído el primer tortazo vital, que nunca tarda.

Vamos dejando como señales en ese camino para identificar esos acontecimientos, a veces afortunados y otras no tanto. Sencillamente, es así como se vive. En ocasiones me apetece pensar que la vida es como un balance, y que quienes no han obtenido un saldo razonablemente positivo al principio han de tener nuevas oportunidades al final, para llegar a esa especie de equilibrio.

Opino que realmente existen gentes a quienes la vida les va mal. A quienes la vida las trata mal. Sin embargo no soy capaz de identificar claramente cuáles son las circunstancias que definirían de manera inequívoca esa mala fortuna. Hay gente muy pobre que tiene una buena vida y gente muy rica que va dándose golpes como un fantasma desnortado. Parece que la verdadera fortuna está en elegir el camino adecuado, por muchos traspiés que se puedan dar. Y levantarse cada vez que se cae, que es lo difícil.

Vivir exige lucha y mucho temple. Mucha paciencia y unas buenas espaldas para soportar más de una andanada de esas que te dejan medio sonado. Y no me canso de prevenir a todas esas personas que en un momento dado deciden elevar una pared sobre sus mundos para que ya nada les haga más daño. Por la sencilla razón de que esa pared puede impedir que lleguen nuevas vidas al exiguo espacio que uno ocupa. Si eso llega a ocurrir, mal andamos.

La vida es riesgo y nadie puede obtener luz sin abrir la ventana por la que podría colarse un hermoso jilguero o un obús. Si se cuela el obús habrá que ponerse de nuevo a la tarea hasta que tengamos otra ventanita. Y vale la pena reconstruir tantas veces como sea necesario. Porque el jilguero llega. Siempre llega.

Quizás es importante tener la paciencia necesaria como para que llegue a ocurrir la primera vez. Después ya sabe uno que es posible y la tarea no toma tanto esfuerzo. Uno sabe que ocurrirá más tarde o más temprano. Y como el reloj ha dado ya tantas vueltas no importa esperar un poco más.

Llega un día en que te descubres de nuevo en eso que llamamos "el espejo de los otros". Tu reflejo en esas otras vidas. Diferentes, lejanas, desconocidas en buena medida. Pero próximas, cálidas, accesibles desde esas risas que nacen de algún rincón misterioso, sin esfuerzo y con vocación de continuidad. Ecos sencillos de humanidad sencilla. Caricias en las voces, promesas en las risas, contacto en los defectos que nos hacen humanos, mientras las nubes desfilan sobre nuestras cabezas afirmando que ya ha pasado un día, y luego otro y uno se pregunta por qué no ha nacido en Cantabria, en un ruidoso cruce de caminos donde hay un bar al que han puesto de nombre "México" para que un día alguien olvidara el dichoso artículo gramatical y dejara en el móvil de Eme una frase que decía "Estamos en México". Qué curioso...

Nadie sabe a dónde vamos desde aquí, con esas presencias, netas a veces, difusas aún en otros casos. Qué nuevos cruces de caminos nos esperan o qué nuevas voces vendrán a dejar sus ecos o sus sonrisas. Es difícil saber por qué, pero algunos de esos ecos y desde luego todas esas sonrisas, quedan.

Uno suele retocar las fotos razonablemente para no ofender la vista de quien mira. En esta ocasión no será así. Queda ahí una foto borrosa, defectuosa, falta del glamour que ahora parece casi exigible. Pero es una foto cierta. Es verdad. Como es verdad ese risa confiada que ha sido la verdadera columna vertebral de este encuentro de gente que ya más de uno y de dos hemos definido como entrañable. Hemos tenido el valor de abrir una puerta y ahora tenemos el camino delante. Nadie sabe a donde va, pero caminamos. Eso es vivir.

¡Por la vida! (Y por compañías como estas, hay que decirlo.)

4 comentarios:

Fauve, la petite sauvage dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fauve, la petite sauvage dijo...

Magnífico texto (yo añadiría que incluso aunque haya quien construya muros hay también quien los rompe para entrar) pero también magnífica foto, y digo "pero" porque, pese a tu descripción que suena a disculpa, se aprecia perfectamente lo que has querido decir (intuyo, claro), y se ve lo bueno que es estar bien con otros, qué bueno es PARTICIPAR.
Viva la vida, sí, y vivan las vueltas que da, y viva México, y viva Cantabria, y viva el saber levantarse, y viva la amistad.
¡Saludos a todos! ;-)

(Perdón por borrar el comentario anterior, es que hoy estoy espesita, hoy...).

Paloma dijo...

Yo hace tiempo que no estoy muy inspirada pero me gusta lo que has reflejado ahí.

Besos,solete.

Acuarius dijo...

LuZ