3 de septiembre de 2009

La Leo


Planoles es un pueblín encajonado entre montañas altas y valles que serpentean siguiendo el curso de los ríos. En ese sentido se parece un poco a mi pueblo, sólo que allí los montes son mucho más altos, escarpados y más aprovechados forestalmente hablando. En Planoles, corriendo el mes de agosto, llueve un día sí y otro también, cosa que se agradece mucho si uno viene de una Barcelona difícilmente soportable por esas épocas. Y cuando llueve, llueve a base de bien, con generosidad y sin prisas. Fue uno de esos chaparrones el que ayer nos obligó a suspender el paseo a Planés y quedar en casa, disfrutando del paisaje y de la compañía de la noieta y su madre, la Leo, por mejor nombre Elionor, aunque su carnet de identidad rece Leonor en razón a las aberrantes prácticas administrativas franquistas.


Elionor habla un catalán fluído y enérgico que seguramente retrata bien su personalidad. Tiene una figurita casi endeble, pero en cuanto se habla con ella un instante uno se da cuenta de que eso sólo es una apariencia. En las inevitables refriegas que sin remedio han de producirse entre una madre y sus descendientes queda aún más claro que hay pocas maneras de rendir a la Leo, si es que hay alguna.


Hoy hemos decidido solventar el paseo suspendido ayer, y nos encaminamos por el camí de la Funelada en dirección a Planés, desafiando la previsible lluvia que ya anuncian un par de nubecillas aparentemente inocentes. En cuestión de horas habrán de convertirse en cúmulos negros con vocación de diluvio. Y lo sabemos, pero somos humanos. De vuelta a casa ocurre lo inevitable. Gruesos goterones empapan las ropas de algodón mientras alguien allá arriba pasea por los cielos enviando ecos que retumban entre los montes como pasos de gigante.


Alguien ha colocado con muy buen criterio una fuente en medio del camino del Ventador, que por más que haya sido ocupada por una carretilla, nos permite mal que bien cobijarnos del chaparrón. Hace apenas unos minutos que la Noieta ha hablado con la Leo, que pregunta donde cony estamos con el tiempo que hace. A punto de dar una explicación, un chasquido del otro lado indica que la conversación ha terminado. "¡¡Me ha colgado!!", anuncia la Noieta, provocando las risas que nos alimentan.


Un diluvio recorre el Ventador mientras nos encajamos como buenamente se puede entre los escasos huecos que deja la carretilla. En la obligada soledad del paraje y por entre la tupida cortina de agua asoma una figura menuda pertrechada con un recio paraguas, un anorak transparente, pantalón y zapatillas deportivas. Mientras nos preguntamos a dónde demonios irá este, o esta, con la que está cayendo, otro detalle se nos desvela. De la mano izquierda sobresalen los mangos pulidos y barnizados de tres paraguas.


- ¡¡ Va !!

Es una orden. Los paraguas aparecen ente nuestras asombradas narices como surgidos de la chistera de un prestidigitador. Apenas hemos tenido tiempo de tomarlos y ya la Leo nos da la espalda emprendiendo el camino de vuelta a través del torrente de agua que baja por el camino. Ni que decir tiene que no hay otra alternativa que seguirla sí o sí. Medio muertos de risa seguimos el rastro que va dejando bajo el aguacero mientras el agua se sube por los zapatos dejando claro quien manda.


Llegados a casa ya ha quedado claro, si es que aún quedaba alguna duda, qué tipo de mujer es esta Leo incontenible. Creo que se parece a muchas madres de otro tiempo que, acostumbradas a tareas heroicas, jamás han reclamado medallas ni reconocimiento. Se limitan a hacer lo que ha de hacerse. I prou. Sirvan estas letras para agradecer la abrumadora hospitalidad que se nos ha brindado. Gracias desde aquí a José Enrique por los paseos,el patxarán y los consejos, a Lourdes por las atenciones, las risas, los tomates, y la impagable simpatía. A la señora Elionor por la amabilidad, los cuidados, la ratafía y las cocas que nadie iba a comer. También por ese balcón glorioso y por todo aquello que no puedo recordar. I a la Noieta un petó penjat duna abraçada d'amic per a sempre. Se te quiere un montonazo, que lo sepas. Gracias también a Laura y Marta por soportarnos entre el calor insuperable de esa Barcelona a la que
siempre se ha de volver. Y por prestarme la cama, que no es poco. Moltes gracies.

3 comentarios:

MGJuárez dijo...

Es curioso haya encontrado hoy este texto, hoy que envié a un buen amigo fotos de la zona de la estación del tren, en Planoles. Este pasado julio estaban en obras. El día que llegué allí cayó granizo, se hizo de noche en un momento cuando eran las tres de la tarde. Pero valió la pena ver asomar el sol a las siete de la tarde.

Casualidades, la red es un pañuelo de infinidad de bits.

Abrazos,
Montse.

xenevra dijo...

Moi chulas estas fotos (tamén).
E outra vez grazas leo, por ser ti, pola familia, polos paraugas, polos sorrisos compartidos.
Us estimo ;))

(Gústame como contas as cousas, rapaz; fas que de novo nazan primaveras)

Carmen Graña Barreiro dijo...

Gracias Xocas por pasar por mi rincón. También a mí me gusta tu manera de pintar en palabras lugares y gentes. Pasaré por aquí para visitarte y compartir tus experiencias.
Un bico