Casi ocho años. No es moco de pavo. Recuerdo el por qué de esa última entrada. El por qué y el lugar. Y a la dueña de los suspiritos, espero que siga bien.
Ocho años hará el próximo día 2, que está “al caer”. Y ahora repasando la vieja bitácora, no puedo dejar de sorprenderme, por muy sabido que esté todo ya, aparentemente. El rastro sigue ahí. El de la gente, digo. Hasta el de cierto gato que me invitó a un divertido juego. Espero que también él siga bien. Y la dueña, claro, a quien le debo el préstamo y un montón de sonrisas desatadas al amparo de este mundo virtual.
Pasados esos casi cien (sic!) meses, pareciera que lo que me apartó del lugar, ha vuelto a mostrarme el camino de vuelta. No sabré nunca cuál fue la razón de la sequía pero es cierto que cuando los acontecimientos se precipitan de esa manera, es natural que los cambios se den drásticamente.
De manera que me dispongo a tirar del hilo de nuevo, sin muchas garantías pero con la sensación de volver a ser habitado por las esquivas musas, tanto tiempo calladas.
¡Que así sea! ¡Nos “vemos”!