15 de junio de 2009

Sobre el lenguaje, Ebay y la desconfianza.



Qué pasaría por su cabeza cuando escribió aquello de "état moyen"... Qué pocas veces nos paramos a pensar que lo que decimos, lo que escribimos, ha tenido una razón de ser y tiene también un fin. Un destinatario. Alguien que va a interpretar el código a su propia manera y quizás influido por una noche mal dormida. O por los resultados de un partido de fútbol. Quizás se ha despertado y por primera vez en mucho tiempo el espacio al otro lado de la cama está vacío. Por eso tenía frío, se dirá...

Es fácil saber cuál es el sentido de esas dos palabras. Pero lo que significan realmente nos está vedado. Quizás Maurice Sylvain estaba en estado "moyen" cuando escribió la inocente frase. Si vive en un piso viejo, habitado aún por sus padres, es fácil que Maurice barrunte tempestades desde hace tiempo, como hacen los parados cuando el estado decreta que no hay más pasta. De esas tempestades que se quedan con uno aún en los sueños. Si es así, Maurice seguramente ha exagerado. Precisamente porque está acostumbrado a cosas no tan "moyen".

Como la vida nos aboca a cada paso a la desconfianza, el que ha leído las dos palabras ha hecho un diagnóstico casi inmediato. Menudo pájaro el franchute este. A saber lo que entenderá por "état moyen". Y se le ha venido a la cabeza, como una iluminación celestial, la misma frase en las columnas de venta de coches de segunda mano. "Estado medio". O sea, para la chatarra. Es que hay que echarle cara ...

Por suerte tenemos algo que nos sobra. Probablemente de las pocas cosas que no se agotan hasta que ya uno va cansado de disfrutarlas. Tenemos tiempo. En este caso, minutos. No han pasado más que minutos cuando una posibilidad se abre camino. Quizás Maurice sólo ha querido decir lo que ha dicho. Y estado medio signifique estado medio. ¿Medio con respecto a qué? ¿En opinión de quién? ¿A qué efectos exactamente? Y gracias a esos minutos, quien ha leído esas dos simples palabras, hará ahora una simple pregunta.

¿Qué has querido decir con "estado medio"? La versión en francés parece correcta, aunque hay alguna duda respecto de si aquellos dichosos guiones del dichoso "est-ce-que" siguen siendo normativos. El ordenador confirma que el mensaje se ha enviado a Maurice. Y es ahora cuando se sabe que la frase que va a leer resulta excesivamente lacónica. No hay un saludo, ni una palabra amable. Quizás hemos condenado al "franchute" definitivamente, mucho antes de pensar siquiera en hacerle una simple pregunta. Y nos hemos dado cuenta, sí. Pero después de que el correo haya iniciado su virtual camino hacia un lugar llamado Chassieu, en Francia.

Su respuesta llega pronto y es también corta. Sencilla y sin fórmulas de cortesía. Será joven Maurice y quizás piensa que hay cosas mejores que hacer que parecer más o menos amable y educado. O todo lo contrario y es de la opinión de que las frases amables están de más en un asunto comercial. Puede que piense que están de más en casi todo. Quizás Maurice está harto de disimular la mierda de vida que le ha tocado, responde a lo que se le pregunta y cuando cree que ha completado la respuesta, coloca un punto final. Y punto. Final.

Le hemos mandado al señor Sylvain, o al joven Sylvain la cantidad de dinero que nos pide por el macro en "état moyen". Y el correo se ha encargado de hacérnoslo llegar. Un poco tarde, lo cual invita a pensar que no hace mucho caso de las prisas. Cabe la posibilidad de que este Maurice haya tenido que atender a Monsieur Sylvain, a la sazón impedido en una silla de ruedas, por ejemplo, aunque ágil de memoria y locuaz en torno a los recuerdos que Maurice ya ha escuchado demasiadas veces. Tendremos pues que disculparlo si ha sido así. En todo caso el artefacto ha llegado cuando ha llegado y de poco sirve buscarle explicaciones.

La primera inspección no ayuda a mejorar la imagen que, por razones injustificadas e injustificables, nos hemos hecho de su persona. Las piezas giran bien, sin ofrecer resistencia, pero no están excesivamente limpias. No brillan como esperábamos. A saber por qué esperamos semejante cosa si la foto que mostraba el cacharro hacía pensar en lo contrario. Ocurre algo peor. El visor delata una fibra negra firmemente adherida a la lente. Y otras dos estrellas del mismo color a uno y otro lado, rotundas y dispuestas a hacer guardia el tiempo que haga falta.

Para confirmar una vez más el atractivo irresistible de la condena, emitimos veredicto al segundo siguiente. La has cagado. Vocación por el cilicio, podríamos llamar a esto. Vestigios paranormales de la educación católica que prometía hacer de nosotros gente de bien. El primer condenado, uno mismo. Y luego, confirmación irrevocable de la condena al infausto franchute. Ya ni las primeras fotos se hacen con interés. Total... Aunque... bueno, lo que es ver, sí que se ve. Incluso algunos colores resultan atractivos. Aunque se haya movido la cámara cuando no debía, lo cual no es culpa del franchute. Y las aproximaciones dibujan un mundo fantástico. Uno parece capaz de introducirse en una de esas corolas sonrosadas que prometen una puerta al paraíso. A despecho de las dichosas manchas. Que, por cierto... no sabemos donde se han metido. Curioso. Incluso si se aumenta la imagen lo inimaginable, se siguen mostrando esquivas. No están. Lo cual es una suerte. O un milagro. Porque en el visor sí que siguen estando. Serán fantasmas franchutes de visor. Por ejemplo.

Quizás Maurice se esté riendo del desconfiado carpetovetónico que le ha comprado ese viejo objetivo. Y habrá pensado, "anda la cara que va a poner cuando mire por el visor". Y es probable que se lo haya contado a Monsieur Sylvain, que habrá reído de buena gana y recordado tiempos en los que reía más, cuando su Charlotte le hacía cosquillas en el sofa y luego le ponía un dedo sobre los labios para frenar sus entusiasmos porque Maurice estaba a punto de dormirse. Quien sabe si Maurice sabe hacer milagros a distancia, que es la única manera de hacer milagros sin que venga algún espabilao a montar un chiringuito mariano.

Lo mejor será reír como ellos, mis virtuales amigos de Francia, que no franchutes, y recordar que los milagros están allí donde alguien quiere verlos. Y no es cuestión de fe. Sencillamente, vale la pena hacer una sencilla pregunta, aún cuando las esperanzas de una respuesta positiva sean casi nulas, porque ocurre que esa negación nace en nosotros mismos y es de nuestra exclusiva responsabilidad. Esa es la absurda manera en que llegamos a negar la posibilidad de ver al otro lado a un tipo generoso, con problemas parecidos a los nuestros, y capaz de hacer valer su generosidad por encima de nuestras torpezas
.


(Toma realizada con el "macro" adquirido a monsieur Sylvain).

PD: Se me olvidaron los créditos. Debo la inspiración de estas lineas a Tania Alegría. Ella me ha mostrado el camino a la hora de llevar "al papel" estas pequeñas aventuras del día a día: http://historiasdelmundovirtual.blogspot.com/

2 comentarios:

ababoll dijo...

Quino, hacía mucho que no me reia tanto.
Realmente estás chalao(al estilo einstein,eso si).

xenevra dijo...

anda!!!!
Pues ahora mismo me doy de alta en E-bay. La de cosas que se pueden saber comprado un macro..... Me voy a la sección de frigos rapidamente a ver qué ofertas me encuentro. A lo mejor hay algo en estado moyen que me sea aprovechable.