27 de febrero de 2010

Frío


No sé exactamente qué es el mundo. No sé si una moneda. El tiempo. El frío que viaja entre mi mundo y este otro mundo que no es el mío y no sé a dónde pertenece. No sé quién es el responsable, porque ya... a qué buscar entre tanta indiferencia.

La mía es la peor, porque me toca. Me sabe ácida por las mañanas y siempre huele mal, por más jabón que emplee. No es que me duela, porque sé olvidar lo que me conviene.

Es sólo que me sabe mal que toque con las manos desnudas en estos cero grados del Nervión. Porque voy a lo mío, viajo en coche y me espera una comida caliente y agradable entre gentes amigas. Una desvergüenza.

No sé si una moneda...

8 comentarios:

hugo dijo...

Hola Xocas:

Yo también me los encuentro, en el tren que va de Vilanova a Barcelona. Pienso que viven en el tren y que, no bien entramos, nos reciben con las atenciones que las buenas costumbres pequeñoburguesas aconsejan. Te ofrecen lo mejor que saben hacer porque es también lo único que ha decidido hacer. Si, esto que estoy diciendo es pura especulación literata y nada más. Sirve para hacer un microrelatejo y andando.

Pienso que esa realidad otra, de otredad machadiana, claro,que es la de este señor que toca...¡nada menos que un saxo soprano!, ahí es ná, poco o nada tiene que ver con nuestro concepto de realidad. Hace tiempo que decidí llamarlos desertores -en mi blog tienen ya dos entradas en poesía y microprosa-. Son gentes que han tenido los santos bemoles de renunciar "al mundo y a sus pompas" que decía el catecismo. Han decidido, con su actitud decirnos que no son ellos los "loosers", los perdedores, sino todos nosotros que aún continuamos creyendo -es decir teniendo un acto de fé- en este mundito, que nos proporciona una vidilla con la que ir tirando. Ellos en cambio, han sabido bajarse del mundo en movimiento, de los trenes en movimiento y hasta de los coches en movimiento.

Pienso que son mucho más sabios que todos nosotros. Ante la falta de futuro han decidido quedarse en el tremendo presente y, por supuesto, dejar el pasado en el sitio que le corresponde. No se trata de ningún "carpe diem", ni zarandaja similar, me parece que es algo mucho más profundo. Decían los "hassidim" -místicos judíos azquenazíes- que los hombres sabios se encuetran en los sitios más insospechados y bajo los ropajes más curiosos, no acostumbran a frecuentar las sinagogas y que, difícilmente, llegará a sabio un rabino.

No estaría de más comenzar a pensar que son hombres sabios que nos van dando pautas...desertar no es un acto de cobardía, desertar de esta puñetera sociedad capitalista es casi una de las pocas epopeyas que van quedando. Pero no, nosotros, todos nosotros, erre que erre seguimos buscando el oro del tiempo en los horarios de trabajo, en los trienios y o en unas vacaciones en el glaciar Perito Moreno, las Maldivas o cualquier Punta Cana que se tercie. Prefiero pensar que de tantas contradicciones en las que, afortunadamente, vivimos alguna tendrá su salto -y su saldo- dialéctico (Hegel dixit, Marx, Carlos Marx, dixit también)

Salut ...i que no falti música ni República, es clar.

chau,
hugo

viviana dijo...

Yo tampoco sé pero intuyo...Un abrazo entre náufragos no viene nunca mal. Abrazo.

xenevra dijo...

Una moneda no cambia un mundo, pero algunas veces sirve para levantar el ánimo entre los carámbanos de hielo que te amenazan.

Una moneda no cambia el mundo, aunque puede servir para tirársela a la cara a todos aquellos que mantienen estos niveles de pobreza para hacer de nuestras "limosnas" sus ganancias. Un tsunami del que sacar provecho con los medicamentos que enviamos, o con la leche en polvo, o con las conservas... Una riqueza sustentada en las desgracias más grandes de la humanidad.

Aún así, sabiendo que la moneda no cambia la cara de las injusticias, algunas veces da un poco de calor al corazón... y a los dedos congelados entre el neomodernismo.

Isabel Martínez Barquero dijo...

Caer de un lado u otro de la vida. Eso es. Pero en cualquier momento las cosas cambian, porque la realidad es azarosa y ciega, y todos podemos estar en la calle o en el palacio.
Un saludo.

mariajesusparadela dijo...

Las cosas importantes se hacen siempre con las manos desnudas. Y, si son hermosas, con más motivo.

Ojos dijo...

Una moneda, dos caras, mil miradas y un millón de preguntas. Todo bajo el mismo cielo pintado de egoísmo. Triste, pero como siempre, excelente lo que escribes.
Besitos para ti.

Anónimo dijo...

A veces, cuando el hambre arrecia entre las manos desnudas, una moneda, ilumina el camino de los humanos en el preciso instante que sale de un bolsillo y va a parar al alma de quien la necesita.

Un placer encontrate.Voy recorriendo tus caminos. Ésta es la primera detención.
Eva de Chile.
(ladelascintitas...)

bambu222 dijo...

Desde luego este hombre respira dignidad.A veces una moneda puede
solucionarle el problema más inmediato que seguramente será tener algo para comer.Las grandes soluciones no están en nuestra mano así que hagamos lo que podamos aunque por supuesto mi conciencia no queda tranquila por el pequeño gesto.Abrazo.