23 de enero de 2013

De Iuventute (Sueño romántico)



Ella decía que era libre y que atarla suponía matarla. Lo decía muy seria y a veces hasta se le llenaban los ojos de lágrimas cuando hacía ese tipo de declaraciones.

Él le miraba los ojitos tiernos y se deshacía por dentro con un pan duro en medio de un aguacero. Un día lo amaba como si fuera la encarnación misma de un amor exclusivo y absolutamente falto de medida. Y después aparecía colgada del cuello de unos y otros.

No le pedía explicaciones, porque no había mentira en lo que hacía. Pero eso no evitaba el daño, el dolor lacerante de saberla de otro, o, aún peor, de otros. Los otros tenían la expresión cínica y desabrida y, al contrario que ella, mentían cada día. Y hablaban. Hablaban mucho.

Un día la encontró sentada en aquel banco, en medio de la nada. Estaba estrañamente quieta, muy seria, con la vista detenida en algún punto del horizonte desde el que recorría las montañas lejanas. Parecía ausente, pero no lo estaba.

Estuvieron largo rato callados, hasta que por fin se levantó con gesto fatigado y le dijo muy bajito:

- Sufres porque quieres.

Y él replicó:

- Exacto.

Acusó el golpe en el primer momento, pero después se rió de él como quien se ríe de un abuelo anticuado que no sale nunca de casa. Y lo hizo sentir de la misma extraña manera. Pero al final, como siempre ocurría, aquella carita de angel risueño vencía cualquier tipo de reserva y se decía una vez más que ella era verdadera, pura, única, irrepetible. Y por esa razón, tenía derecho, por mucho que doliera.

Un día llamó a su puerta y le dijo, simplemente, "Me voy". Lo miró muy seria, largo rato, como queriendo retener su lastimera imagen, le revolvió el pelo y le dio uno de aquellos "piquitos" que repartía por el mundo tan generosamente.

Al día siguiente, contra todo pronóstico, el sol salió de nuevo y nada se detuvo.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Aunque a veces pensemos que el mundo dejará de girar... Estamos muy equivocados, seguramente somos nosotros quienes dejaremos de respirar mucho antes, siempre nos vence eso que llamamos "sentimientos" y que por lo visto utilizamos mucho los humanos, tal vez lo somos por eso precisamente.

Biquiños!

Marga dijo...

El amor es amenudo ciego y tu lo has descrito muy bien en este micro. saludos