27 de diciembre de 2006

Bombilla y Farola



Bombilla no es como las demás. Comprende la razón de este peligroso traqueteo porque ya lo ha experimentado antes. Justo un año antes. Ese es el tiempo que lleva apartada en un rincón húmedo y anónimo junto a sus indiferentes compañeras.

Ha soportado estoicamente el zarandeo descuidado al que se ha visto sometida por estos seres articulados que parecen estar en todas partes. Y ahora está contenta. Está fuera.

Hace su trabajo. Una labor que sería anodina y poco razonable, de no ser por el efecto que causa entre los articulados y sus diminutas reproducciones. Bombilla da luz. Y calor. La una es obvia para quien pueda ver. El otro nace más de su corazoncito y es fácil que muchos ni lo noten. Pero aporta calidez a este espacio festivo. Y ese colorido infantil que cambia la apariencia de las cosas.

La han colocado en un lugar que no recuerda de otras veces. Algo más alejado del bullicio. Justo delante de una de esas farolas modernas que dan luz y uno no sabe cómo. Aunque esta no da luz. Han preferido abandonarla. Parece una de tantas, pero Bombilla se ha dado cuenta de que tampoco es como las demás. ¿Quién habrá decidido que estén juntas?

Nadie. Ha ocurrido. Bombilla teme a la noche. No tardará tanto en ver a los articulados desfilar en todas direcciones. A poco de eso alguien apagará su corazoncito. Y el frio se hará insoportable. Y la soledad. Así que ha intentado hablar con su farola. No hablan el mismo idioma, pero ella sabe que sus miedos dicen tantas cosas....

¿"Me darás tu luz y tu calor"? Bombilla ha visto que Farola no alumbra. Pero ha hecho la pregunta. Farola vive en un mundo donde sólo los siglos demuestran que algo pasa. Tiene un corazón duro porque esa es la naturaleza que le ha dado el metal. Y ha visto tanto sin poder hacer nada... No es desinterés. Es la conciencia pura de su inutilidad. Así que recibe la pregunta como el paso del tiempo. Apenas un segundo.

Pasarán algunos miles de segundos más, y llegará el momento. Nadie podrá impedirlo. Bombilla perderá su luz y su calor. El frio la envolverá como un sudario y la resignada actitud de sus hermanas anunciará lo que todos sabían. Nada cambia en este escenario, recreado una y otra vez cada doce meses.

Aún así, Bombilla está contenta, porque luz y calor han sido suyos. Y le han dado el placer de sentirse y vivir con los otros, aún en mundos diferentes. Incluso con esta Farola incompasiva. Nadie podrá arrebatarle eso.

¿Diréis que ya de nada sirve? Quienes así penséis, mirad la foto. Y veréis qué ha ocurrido.

( La foto es cortesía de Cristi: http://chifotos.blogspot.com/ )

1 comentario:

fugaz dijo...

A menudo los mejores momentos, suelen ser fugaces y caducos, pero no por ello mueren al no sentirlos como cuando estaban ahí.