4 de noviembre de 2009

El feísmo "gallego"



Por alguna extraña razón, alguien ha decretado que el llamado “feísmo” es algo consustancial con Galicia. Y nos lo hemos creído tan a pies juntillas que disfrutamos extendiendo la idea. A estas alturas creo que somos una de las pocas comunidades en el mundo que disfruta tirando piedras sobre su propio tejado. Aquí reímos los chistes “de gallegos”, votamos a los que nos envenenan los mares, y si alguien tapia la finca con algo mínimamente curioso, corremos a la red a poner un gran letrero que diga “gallego puerco”, no vaya a ser que no se enteren en Camberra.

Instalados ya en la cabalgante diglosia que nos divide la boca en una pura esquizofrenia colectiva, apuramos el cáliz de la enajenación y la extendemos al resto de nuestros espacios vitales. Hemos optado por hacer reír a los turistas, “que son los que nos dan de comer”. Y ya puestos a hacerles reír, terminamos por creernos el guión, sin darnos cuenta de que la cosa iba de broma.

Uno, que de vez en cuando se da una vuelta por el mundo, ha visto cosas feas por todas partes. Cosas feas, absurdas, indignantes y hasta delictivas. Y no hay lugar en el planeta que se salve, a menos que por allí no haya pasado la raza humana.

No hace tanto que se ha retirado del diccionario de la Real Academia Española cierto contenido del término “gallego” que más o menos venía a ser un sinónimo de retrasado mental, más bien sucio y con cara de puerco. No sé si ha sido buena idea. En realidad era el testimonio vivo de cómo desde el poder se estigmatiza todo aquello que ha de permanecer bajo el duro yugo de la dominación. En el presente, esa definición era más un insulto para el agraviante que para el agraviado y tenía la virtud de ser un testigo absolutamente fiable del trato que nos ha dispensado la historia o, más bien, quienes la escriben, en este caso la Real Academia de la Lengua de España.

Probablemente la mecánica de la dominación es tan sencilla como mantener a las almas sumidas en la suprema ignorancia y recordarles frecuentemente su condición. En realidad aquí tenemos los mejores huertos del mundo, los mejores ríos, los mejores montes y desde luego los mejores mejillones. Pero a mi pueblo llegan los mediocres, cuando sobran. Los buenos siguen camino. Esa continua fuga de lo propio, sean los mejillones o la electricidad, es una de las cosas que ha terminado por afianzar una idea profunda y arraigada de abandono.

En realidad, en muchos casos es el orgullo, unido a la falta de recursos, lo que aconseja plantar un somier a la entrada de una finca. Es la conciencia absoluta del desamparo lo que aconseja subsistir por los propios medios olvidándose un poco o un mucho de las apariencias. Y bien mirado, un cierre de hierro forjado es algo terriblemente pretencioso que la naturaleza niega a cada paso. Y aquí de naturaleza sabemos mucho más de lo que se cree.

En cualquier caso, estos somieres que aquí se ven, tienen domicilio social más al este, y poco importa cuál sea el lugar. Lo que tienen en común con los gallegos es el entorno de abandono en que suelen encontrarse. Abandono que la autoridad ha practicado en el pasado y sigue practicando en el presente, allá y aquí.

No es nuestra desidia. Es su infinita avaricia. Ni nuestra incuria. Más bien su falta de humanidad. Y quizá también nuestra pacífica condición. Pero esa sólo es un error en tiempos de guerra. Y de guerra, afortunadamente, entendemos poco.

8 comentarios:

Carmen Graña Barreiro dijo...

Excelente relato Xocas. Y la foto, qué atentado no solo a la Naturaleza sino al buen gusto.
Me gustó el siguiente párrafo:
"Instalados ya en la cabalgante diglosia que nos divide la boca en una pura esquizofrenia colectiva, apuramos el cáliz de la enajenación y la extendemos al resto de nuestros espacios vitales".
Es una síntesis perfecta.
Bicos

Anónimo dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Ojos dijo...

En ocasiones y nmuy a menudo es casi increible hasta que punto el ser humano es capaz de atacarse y permitir que lo ataquen, sin embargo y afortunadamente, en cualquier parte del mundo existen personas conscientes y responsables de sí mismos y de la colectividad así que nada está perdido mientras haya mentes trabajando que puedan esparcir la razón y el valor para cuestionar.
Bicos muchos, excelente escrito.

Felipe Sérvulo dijo...

Me ha gustado como lo explicas, pero creo que exageras un poco. En general los gallegos caen bien al resto de españoles. Recuerda cuando la catástrofe del "Prestige" como respondió la gente. Si eso hubiera ocurrido en otra parte (más vale no nombrarlos) la respuesta, seguro, hubiera sido menos solidaria. Todos sentimos en propia carne lo que ocurrió.

Xocas dijo...

Estimado Felipe: A punto he estado de no captar la ironía y sólo te ha salvado el instante de sensatez en que he pedido consejo. Y el hecho de ser de donde eres, porque tu mensaje se parecía asombrosamente a la típica propaganda anticatalana que tanto detesto.. ;)))
Te diré que la simpatía que "disfrutamos" descansa mucho en el poco respeto que en general se nos tiene. Hay mucho empático ciudadano que eleva la voz en cuanto ve el primer rótulo en gallego.
Honradamente, preferiría la antipatía que se os tiene a vosotros porque es síntoma de que sabéis defender lo vuestro. Que es la tarea en la que nosotros estamos aún empeñados.

Una abraçada.

bambu222 dijo...

Pues en Andalucía, no oigo criticar a los gallegos,que caen bien,quizá sea porque al igual que a vosotros nos han relegado a un segundo plano en muchas ocasiones,creo.He oido a gente que
se molesta porque le hablen en catalán,pero no en gallego,no entiendo estas diferentes apreciaciones con respecto a la lengua;cuanta más diversidad mejor,más riqueza.En fin que tengo ganas de volver a Galicia,que por cierto fue mi primer viaje con mi primer sueldo.Abrazo y acercanza.

xenevra dijo...

500 anos de historia non son doados de borrar, sobre todo cando o que fixemos foi aprender a subsistir.
Os tempos da revelión son chegados, pero unha revolución ha de forxarse lentamente, e nunca dende fóra. Non caiamos na súa trampa e desbotemos o noso, os nosos. Somos un pobo forte e duro (xa o dicía Pondal) e temos moito por demostrar ao mundo.
Dime onde, dime cando, dáme a man, non son tempos de lamentacións do que non fomos, os tempos son chegados dos futuros ceibes.

Saúde e terra, meu

Anónimo dijo...

En otro blog he leído la opinión de alguien que se vanagloria del bien llamado "feísmo gallego" del que por cierto el bloguero, a juzgar por su foto, es un digno representante y lo defiende porque es gallego (el feísmo). Vamos por partes, intentar confundir el feísmo con la falta de medios es lo mismo que decir que aquí la gente es idiota porque vota al PP, que contaminaron con el Prestige, como si Fraga hubiese enviado al submarino Cachamuiña a hundirlo. Es evidente que mucha gente no es idiota y que han sido precisamente gallegos quienes han comandado el destino de España durante no poco tiempo y en diversos ámbitos. Lo mismo que es cierto que el nivel cultural medio en nuestra región es francamente mejorable. El feísmo es muy propio del gallego entre otros por la sencilla razón de su mentalidad minifundista y patológicamente antisocial. Es mi casa y hago lo que me sale "dos collóns".
Ahora resulta que está muy bien cerrar la finca con somieres porque la opresión de España nos ha obligado a llegar a esta terrible situación. De dónde coño sacan tanto somiere? es un misterio, como las meigas. La misma opresión nos ha llevado a tirar los escombros sobrantes del tunning del hórreo en la ribera del sagrado río de los celtas que curiosamente pasa por el pueblo de al lado, con el que tan bien nos llevamos.
Tenemos unos mejillones buenísimos? Si supieras como yo la cantidad de plomo que contienen no volvías a probar uno. Supongo que será de los restos de tiros de posta de alguna cacería de Fraga también.
resumiendo, no vengas a tocar los huevos con el nacionalismo y la opresión para justificar un fenómeno que no es sino el reflejo de la ignorancia, la chulería, la falta de conciencia y de estética del personal. Reformas? claro que hacen falta, unas buenas ostias "nos collóns" a la peña que hace esas cosas. Eso sí sería amar Galicia.