30 de noviembre de 2009

Such a good time



Estaba allí para tocar el saxo, pero la verdad es que se estaba tocando el sexo. De una forma leve y ocasional al principio, rotunda y recurrentemente después. La sesión estaba resultando extraordinaria hasta el punto de que la música había traspasado las fronteras del pentagrama y hacía mover los cuerpos con una voluptuosidad desatada. Aún así, aquello resultaba excesivo. Llegó un momento en que sus propios compañeros lo miraron de esa manera torva que no necesita de explicaciones, pero el hombre pareció no darse cuenta de lo que ocurría hasta que el contrabajo le largó un puntapié que resultó imposible de disimilar.

Se hizo el silencio. Entonces se acercó al micrófono y con una voz casi inaudible dijo aquello. "So sorry... was having such a good time...". El clarinete se aproximó al micro y tradujo la escueta frase. "Dice que lo estaba pasando tan bien...". Brotó una risa al fondo, y luego otra y otra, hasta que la sala fue una enorme y estruendosa carcajada. Entonces el lascivo indicó el reloj con el índice, lo levantó en el aire y salió zumbando entre las cortinas. El teclista llamó al orden y la formación atacó una "bossa" con un ritmo infernal. La audiencia se integró rápidamente en la vorágine envolvente del compás pero la vuelta del saxo no pasó desapercibida. En la sala estallaron las risas de nuevo atestiguando una complicidad nada disimulada y arreciaron cuando abrió los brazos como lamentándose de su humana condición.

El grupo completó la pieza con total profesionalidad y transcurrieron unos instantes mientras los músicos se miraban entre sí, luego al patio de butacas y finalmente al lúbrico compañero. Súbitamente una pareja se levantó al fondo, empujándose. La muchacha tiraba de su acompañante con tanta energía que terminó por atraer la atención de todo el auditorio. Cuando se percató de su involuntario protagonismo, se llevó a la mano a la boca, y antes de que desaparecieran por la puerta lateral dejó en el aire su vocecita ingenua.


"¿Nos dais cinco minutos?".

La sesión de jazz se convirtió en un desfile intermitente que ahora producía risa también en el escenario, pero no por eso se detuvo.

A la salida, el cartel del grupo se convirtió en punto de cita. Todo el mundo quería asegurarse de saber bien quién era aquella gente. Sólo tres palabras escritas en tinta negra sobre el fondo blanco del papel. Swing Real Shot. La última carcajada la provocó una mujer ya madura que, con una cinta correctora, ocultó la primera letra de la última palabra.

Imagen cabecera: Saxo-sexo de Jon-Juanma Illescas

http://www.artelista.com/obra/3633157119718359-romanticabaladaliquida.html

2 comentarios:

xenevra dijo...

I was had such a good time.

Dende o espírito vangardista do cadro desfilan as pegadas todas dos ismos milenarios (aínda non) loitando por facerse teus. tes unha marabillosa forma de contar, ou de cantar algo que podería ser Jazz (ou bossa;))

monuzz dijo...

Inconmensurable. Quino, ti si que atopaches o segredo. ;-)

Aperta!